El Pejeazteca
Ciro Gomez Leyva
Bien haría Andrés Manuel López Obrador en explicar cuánto le pagará a TV Azteca para que transmita el nuevo programa que dentro de unas horas pondrá al aire en el Canal 13. En la campaña presidencial, TV Azteca le cobró 42 veces por debajo de la tarifa que reportó ante el IFE. ¿Le dará ahora un segundo regalo?
Sería interesante que dijera también quién y con qué argumentos le negó la posibilidad de difundir este programa en Televisa, como se quejó el fin de semana desde su gira por la península de Yucatán. Debe haber un responsable. ¿Alejandro Quintero, Bernardo Gómez, quién? A menos que el tabasqueño persista en la estrategia de mentir sin pudor confiado en que los suyos jamás le pedirán aclarar las cosas.
Pero, sobre todo, López Obrador tendría que justificar por qué después de su penosa experiencia de 2006 en TV Azteca con La otra campaña, programa irrelevante, con un rating de pena, regresa a la pantalla del Ajusco en un horario (la una de la mañana de los martes) donde superar el punto de rating será una proeza.
Suena a un gran absurdo: para romper el “cerco informativo”, su disminuido movimiento político gastará dinero, así sea poco, para producir 30 minutos que nadie va a ver.
Pero no, tiene que haber un objetivo. Aventuro una conjetura: López Obrador quiere deslindar a Ricardo Salinas Pliego y al senador priista Jorge Mendoza, jerarcas de TV Azteca, del pleito entre el pueblo bueno y el monopolio perverso de la televisión mexicana. Como pistolero en un chilaquili western, quiere batirse en duelo contra Televisa.
Está en su derecho, desde luego, de elegir aliados. Y, claro, de convertirse en el Pejeazteca.
Bien haría Andrés Manuel López Obrador en explicar cuánto le pagará a TV Azteca para que transmita el nuevo programa que dentro de unas horas pondrá al aire en el Canal 13. En la campaña presidencial, TV Azteca le cobró 42 veces por debajo de la tarifa que reportó ante el IFE. ¿Le dará ahora un segundo regalo?
Sería interesante que dijera también quién y con qué argumentos le negó la posibilidad de difundir este programa en Televisa, como se quejó el fin de semana desde su gira por la península de Yucatán. Debe haber un responsable. ¿Alejandro Quintero, Bernardo Gómez, quién? A menos que el tabasqueño persista en la estrategia de mentir sin pudor confiado en que los suyos jamás le pedirán aclarar las cosas.
Pero, sobre todo, López Obrador tendría que justificar por qué después de su penosa experiencia de 2006 en TV Azteca con La otra campaña, programa irrelevante, con un rating de pena, regresa a la pantalla del Ajusco en un horario (la una de la mañana de los martes) donde superar el punto de rating será una proeza.
Suena a un gran absurdo: para romper el “cerco informativo”, su disminuido movimiento político gastará dinero, así sea poco, para producir 30 minutos que nadie va a ver.
Pero no, tiene que haber un objetivo. Aventuro una conjetura: López Obrador quiere deslindar a Ricardo Salinas Pliego y al senador priista Jorge Mendoza, jerarcas de TV Azteca, del pleito entre el pueblo bueno y el monopolio perverso de la televisión mexicana. Como pistolero en un chilaquili western, quiere batirse en duelo contra Televisa.
Está en su derecho, desde luego, de elegir aliados. Y, claro, de convertirse en el Pejeazteca.
Etiquetas: la verdad sea dicha
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